Es más que evidente decirte que el aire es uno de los factores esenciales para la vida, es lo más consumes durante toda tu existencia, es tu motor para sobrevivir.
Según lo que dice la Organización Mundial de la Salud, la exposición a contaminantes del aire es uno de los problemas prioritarios que afectan la salud y bienestar general de la población.
Por ende, la calidad del aire que respiras definirá tu rendimiento en el día a día, a mayor calidad de aire, vivirás una vida adecuada y saludable.
La calidad del aire en el exterior (espacios abiertos) es algo que puedes notar con facilidad, al percibir cambios en el aire (mal olor ambiental, contaminación, una vía de alto tránsito, etc) y darte cuenta de que hay algo desajustado, te preocupas y tomas acciones inmediatas: te retiras del lugar, evitas el espacio o accionas de alguna manera para dejar de respirarlo.
Por el contrario, cuando hacemos referencia a espacios de trabajo (espacios internos), especialmente cerrados como oficinas, locales o pequeñas empresas, no suele suceder esta percepción tan rápida de una mala calidad en el aire, por lo cual podría verse afectado el bienestar general de las personas que hacen vida en estos espacios.
Si bien hay casos donde la mala calidad de aire en espacios internos es evidente, por un olor fuerte o diferente a lo que estás acostumbrado, hay otros aspectos de la calidad del aire que no son perceptibles con tanta facilidad y que pueden estarte afectando en tu desenvolvimiento normal.
La calidad del aire en espacios internos es importante en los edificios dedicados a oficias o despachos, debido a que si no existe una calidad óptima del mismo, podrían originarse múltiples enfermedades de los trabajadores.
Orígenes de la mala calidad del aire en espacios internos
Existen algunos factores de riesgo en la calidad del aire, como lo son:
- Insecticidas
- Productos de limpieza
- Contaminantes originarios del exterior (gases de automóviles)
- Presencia de contaminantes químicos
- Deficiente mantenimiento de las instalaciones o equipos
- Materiales de impresoras o fotocopiadoras
- Mala ventilación
- Mala regulación termo higrométricas
Y estos se clasifican a su vez en contaminantes químicos, contaminantes biológicos y contaminantes físicos.
Los contaminantes químicos son el dióxido de carbono, ozono, monóxido de carbono, radón, amianto, fibra de vidrio y partículas.
Estos pueden controlarse diluyendo el aire interior con aire limpio, comprobando la eficacia de la ventilación y verificando las diferencias de presión de unos lugares a otros, puesto que son causa de movimiento de los contaminantes.
Por su parte, los contaminantes biológicos son cualquier entidad microbiológica, celular o no, capaz de reproducirse o de transferir material genético, como son los virus, bacterias u hongos.
Estos necesitan un reservorio donde mantenerse, un lugar con nutrientes presentes en la madera, alfombras, tapizados, entre otros; reproducirse y desarrollarse y pasar al aire para su dispersión, para finalmente entrar en tu organismo a través de la vía respiratoria.
Como medidas preventivas para ellos, principalmente está la revisión, mantenimiento, limpieza y desinfección periódica de las instalaciones y del agua, así como la ubicación de las torres de refrigeración en lugares lo más alejados de los espacios con presencia de personas.
Ahora bien, las condiciones termo higrométricas como parte de los contaminantes físicos pueden dar lugar a una sensación de desagrado cuando no están presente condiciones ambientales favorables para tu comodidad.
Por esto, se debe evitar las temperaturas y humedades extremas, los cambios bruscos de temperatura, las corrientes de aire molestas, los olores desagradables, la irradiación excesiva.
Efectos de una mala calidad del aire
Cuando el aire tiene una baja calidad, puede empeorar tu estado de ánimo, tu rendimiento y además favorecer enfermedades y la irritabilidad en tu cotidianidad.
Puedes notar estos efectos a través de:
- Sensación de agotamiento, peores habilidades cognitivas.
- Aumenta la posibilidad de aparecer reacciones alérgicas.
- Cansancio generalizado y dolores de cabeza.
- Irritación de la garganta y escozor en los ojos.
Situaciones que a su vez, afectan tu rendimiento y productividad directamente, debido a que cuando no estás en bienestar, tu capacidad de hacer eficazmente tus labores se ven afectadas negativamente.
Afirmando lo anterior, en una investigación de la Universidad de Harvard consultó si un mejor aire influye en la capacidad de un trabajador para procesar información, tomar decisiones estratégicas y responder a crisis, haciendo un trabajo/experimento altamente controlado en el cual combinaban las condiciones de calidad del aire de un ambiente convencional de trabajo, que simplemente cumplía con los estándares mínimamente aceptables, a un ambiente optimizado.
El resultado fue que respirar mejor aire llevó a un mejor desempeño en la toma de decisiones de los participantes, mayor dominio en las funciones cognitivas y mejoras en la elaboración de estrategias ante las crisis, habilidades necesarias directamente para ser productivo.
¿Cómo arreglar la baja calidad del aire?
Para resolverlo, la mejor opción es apostar por una buena ventilación en los espacios de trabajo. Un buen sistema mecánico de renovación del aire puede ayudar en lo absoluto.
- Aumenta la renovación y circulación del aire interior si se ensucia con frecuencia.
- Instala sistemas de ventilación mecánica. Además, si hace calor una renovación del aire a mayor velocidad puede facilitar la refrigeración.
- Si se trata de oficinas, la instalación de un sistema de ventilación de doble flujo es el ideal, ya que produce un intercambio con el aire que se extrae y se realiza una climatización de alta eficiencia energética y además, genera aire constantemente filtrado.
- Utiliza aire fresco siempre que sea posible.
- Los sistemas de aire acondicionado son algunos de los primeros factores a considerar cuando se trata de mejorar la calidad del aire interior, especialmente, realizando un mantenimiento periódico de sustitución de los conductos del sistema.
- Mantén los conductos de aire abiertos y desbloqueados y sustituye los filtros de aire con frecuencia.
- Mantén un nivel saludable de humedad en tu lugar de trabajo
Si aún tienes dudas de por dónde comenzar, contáctanos, que gustosamente haremos una evaluación de la situación y te daremos las mejores soluciones.